Fue entonces cuando mi amiga cayó en la cuenta de que no llevaba las bragas puestas, y como un resorte se puso de pie, se estiró la camiseta deseando que le llegara a la rodilla y se fue dando pasitos atrás hacia la casa. Sobre la polémica generada, qué ganas de tocar las narices mezclando deportes con política, política con religión y como en este caso, religión con deportes.